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lunes, 8 de marzo de 2010

NUESTROS ANTEPASADOS (ÑANDE YPY KUÉRA) Autor: NARCISO R. COLMÁN / Edición digital: BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY.


NUESTROS ANTEPASADOS
(ÑANDE YPY KUÉRA)
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
San Lorenzo, Py.: GUARANí, 1937. 152 pp.
NUESTROS ANTEPASADOS
(ÑANDE YPY KUÉRA)

HIPERVÍNCULOS
Palabras preliminares. -
Explicación sobre la grafía guaraní. -
CAPITULO I al V -
CAPÍTULOS VI al X -
Imagen 1: Los siete mitos generados por la convivencia de Taû y Kerana.
CAPITULOS XI al XV -
CAPITULOS XVI al XXl
Imagen 2: La sublime misión de Porãsy.
Imagen 3: La víspera del diluvio.
CAPITULOS XXI al XXVII
Imagen 4: Manora, Aña y Ñakyrambói
DATOS BIOGRÁFICOS

TODO EL LIBRO (426 kb)
PALABRAS PRELIMINARES

Dice el Prof. Guillermo Tell Bertoni en su obra «La Lengua Guaraní, su Importancia Histórica y Actual»:
«Si reveladora fue la obra del Anacreónte guaraní, Narciso R. Colmán, auténtico pioneer del movimiento de redención de uno de los más caros atributos de la nacionalidad, cuyas obras hay sentado una posición perdurable en las letras guaraníes y han trascendido al exterior donde han sido consagradas por la crítica científica y literaria; reveladores fueron también los análisis radicales del Dr. Domínguez y las rimas de tantos émulos del inmortal Pérez Martínez».
Está en razón el ilustre profesor. El título que corresponde a Rosicran es el de auténtico y esforzado pioneer. Sus obras están llenas de méritos, por que a una rica imaginación y emotividad, claro ingenio, estilo sobrio, claridad y precisión de conceptos, se suma el espíritu del investigador tenaz y avezado.
Hombre de estatura más bien pequeña, pausado en el hablar; de noble mirada y reposado continente; modesto hasta decir basta, posee sin embargo el espíritu de más poderoso dinamismo que haya aposentado en carnales hábitos. Se equivocaría quien lo juzgue un tranquilo burgués, un caballero de inocua sonrisa, un paseante distraído.
Largos años de meditación, de útil estudio, de fecundos dolores, han impreso en su rostro el sello de la serenidad. Fraterno en el saludo, discreto en el trato, tardo en opinar y generoso en la alabanza de ajenas obras. He aquí uno de esos hombres a quien como el Prof. Teodoro Rojas, sabio y modesto compatriota de extendida fama, podríamos considerar aureolado de santidad civil.
Rosicran, cuyo es el seudónimo del ilustre autor de «Ñande Ypy Kuéra», no padeció nunca de injusticia, orgullo, ingratitud. El sabe expresar su canto diáfano, exento de culteranismo, limpio de amargura, sin tono de admonición, sin ficciones de erizado combativísmo. Es un verdadero Avare Ñe'ê Porã, sumo sacerdote de belleza.
Cuando se ha logrado como él, infundir a la poesía el soplo de la sabiduría, los rigores del método se dulcifican y la obra maestra se realiza y queda vencedora e invencible ante la mirada de la crítica y ante la sagrada emoción de los que, comprendan o no el arte, la intuyen, sienten y gozan dentro del sublime postulado de Manclair: Sin fe es vana toda teología. Más cerca de Dios, que el más sabio teólogo está el humilde creyente, de fe profunda y sincera.
Narciso R. Colmán ostenta título más que suficiente para honrar, como lo hace, a la patria y sentirse glorioso: el telegrafista de la estación de Aregua que fue en su niñez precozmente ungido de responsabilidad; el Secretario Municipal en Yvytymi, su pueblo natal, funcionario público diligente y probo: Juez de Paz en Caballero, San Bernardino; Sub-Inspector de telégrafos nacionales; Juez del Crimen en el distrito de San Roque; Jubilado a los 33 años de servicio en la administración pública, es además miembro del XX Congreso Internacional de Americanistas en Río de Janeiro (1922), Miembro actuante de la Sociedad fluminense de Jurisprudencia del Brasil (1924); miembro de la Sociedad de Ciencias Auxiliares de la Historia, del II Congreso de Historia y Geografía de América (1926); propuesto para formar la sección paraguaya, en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de París (1927); invitado a participar del VII Congreso Científico americano reunido en la ciudad de Méjico (1931); Miembro de la Comisión de Filología Aborigen del Museo Histórico y Etnográfico (1920); Miembro Corresponsal del Circulo de Altos Estudios de Rosario de Santa Fe (1936).
El nombre de Narciso R. Colman figura en la portada de la revista «El Ideal», de Buenos Aires, como colaborador al lado de los de Ruben Darío, Guido y Spano, Bartolomé Mitre, Leopoldo Lugones, Manuel Ugarte, Pedro B. Palacios (Almafuerte), Carlos Rolox, Eduardo I. Santiago, Martiniano Leguizamón.
Ha merecido justiciera alabanza de ilustres intelectuales: entre ellos, Moisés S. Bertoni, 0’Leary, Guillermo T. Bertoni, Federico García, Natalicio González, Justo P. Benítez, Robustiano Vera, Manuel Riquelme, Eloy Fariña Núñez, Juan Vicente Ramírez, Facundo Recalde, Eudoro Acosta Flores, Juan Stefanich, Leopoldo Ramos Giménez, etc.
La prensa nacional y extranjera se ha ocupado de sus obras. «La Prensa», «La Nación», «El Ideal», «La Razón», «Catalunya» de Buenos Aires, «Jornal do Comercio» «O Jornal» de Río; «La Voz de Madrid», etc.
Y entre los del extranjero, João Ribeiro, Berduc, Gustavo Barroso, Luis Alberto de Herrera, Manuel María Oliver, Agustín Fontanella. etc.
Sus libros principales son: «Ocára Potǐ» dos tomos «Mil Refranes Guaraníes», «Ñande Ǐpǐ Cuéra» (ii), recibidos con aplauso de la crítica continental. Valdría la pena que todos esos juicios se coleccionen en un volumen como cuarteles del blasón heráldico de su obra literaria.
Hubiera querido transcribirlos. No es posible. Son tantos – a cual más eruditos. Mencionarlos llevaría a llenar páginas y páginas...
Por eso lector amigo, en el umbral de la prolija versión castellana de «Ñande Ǐpǐ Cuéra» (iii), me limitaré a rendir el homenaje de mi admiración y simpatía al excelso poeta y noble amigo, con las bellas palabras de Natalicio González: Que siga el Anacreónte guaraní tañendo la septicorde lira celebrando el rubor de las vírgenes, el vuelo de las palomas y el canto de las cigarras, para eterno regocijo de los hombres. - F. Ortíz Méndez
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NUESTROS ANTEPASADOS
(ÑANDE YPY KUÉRA)
(i)
Versión castellana del mismo autor.

CAPÍTULO I.

En medio del hondo silencio y de la gran noche milenaria que rodea a los astros, sólo el sol despide áureos destellos.
Desde este astro, su luminosa morada, Tupã (1) observa el universo entero con ojos escrutadores que ven a través de las sombras y de las cosas. Una débil nube de amargura parece envolver el brillo maravilloso de su mirada. Acaso le infunde alguna tristeza la soledad infinita que le circunda.
Después, Tupã, da por celebradas sus nupcias con Arasy (2). Conságrale enseguida como Madre del Cielo y le fija por morada la Luna, blanca y tenuemente resplandeciente, como un copo gigantesco de algodón flotante en el espacio.

Un tibio calor circunda a la tierra. Un vaho caldeado, que se escapa de las aguas agitadas, se desliza presuroso y siseante; y, allá a lo lejos, el trueno, como un heraldo de guerra, anuncia con su ronco estertor una recia tempestad. Relámpagos prolongados se suceden con intermitencia, iluminando el ámbito y todo el orbe parece moverse en pasmódica convulsión. Las nubes se agrupan y se dispersan como corderos enloquecidos de un fantástico rebaño... De improviso, rásgase el cielo con la fugitiva quebrada luminosa de un rayo, y, poco a poco, como perlas desengarzadas de un collar, caen los granizos sobre la faz de la tierra. ¡Los elementos, dirigidos por una mano monumental y bárbara traban la más formidable batalla que haya conmovido jamás la lid del universo!...
Como al anochecer, rompiendo la densa cortina de las sombras, comienza a caer la lluvia con su agua purificadora y fecunda. Primero caen grandes gotas que a la luz fugaz de los relámpagos cobran extrañas fulguraciones, y luego, se precipitan las aguas copiosamente en torrente incontenible.

Hasta los pies del cerro, que se alza en medio de la planicie como una admonición, llegan las aguas, blanquecinas a la distancia, llenas de espumajos. La luna, entre unas nubes que corren veloces, cabeceando como veleros desorientados, asoma su faz sonriente y blanca.
Ya cerca del amanecer, el cielo despéjase por completo y aparece limpia y brillante la superficie toda de la tierra.

CAPÍTULO II

Aquella remota mañana, luminosa y fresca, Tupã levantóse temprano con el ánimo despreocupado y alegre. Invitó a Arasy, su esposa, para que bajase con él a la tierra, hasta la colina (3) de Arigua (4). Desde este lugar crearían los mares y los ríos, los bosques, las estrellas y todos los seres del universo.
La tierra experimentó un leve estremecimiento, como si despertase de su larga modorra de siglos, y desde entonces florecieron las plantas, retoñaron los árboles, rieron los pájaros con su risa loca y jovial y el viento difundió por todas partes mil aromas agradables... La tierra, como infundida de nueva vida, giraba armoniosamente y toda su faz ofrecía un espectáculo portentoso y sublime, pero faltaba algo para completar la gama maravillosa de todo lo creado y entones Tupã se propuso crear la primera pareja humana.
Reunió un poco de arcilla y mezclándola con sumo de ka'a ruvicha, (5) sangre de un ave llamada Yvyja'u, (6) unas hojas de sensitivas (7) y un insecto llamado ambu'a,(miriápodo) hizo una pasta que remojó con agua que fueran a buscar de un manantial cercano que desde entonces quedó consagrado con el nombre de Tupãykua (8) (hoy Ypacaraí). Hicieron luego con ella dos estatuas, a su semejanza, y la expusieron al sol para secarse.
No bien sintieron el calor de los rayos solares, cuando dotados de vida se estremecieron ambas estatuas, transformándose en dos seres vigorosos que prorrumpieron en gritos de júbilo.
Ambos dioses hicieron sentar en frente de ellos a los recién creados, y Arasy prorrumpió a decir:
Mujer que de mí naciste a mi semejanza: te doy por nombre Sypavê (9).
Y Tupã, a su vez, le dijo al otro, que era varón:
Te doy por nombre Rupavê (10) y luego, dirigiéndose a ambos, continuó:
Amáos mucho, hijos míos, y reproducíos indefinidamente. Mostrad siempre especial cariño a los niños, y no os aflijáis nunca por nada, que nada faltará en vuestra senda, pues todo lo pondré al alcance de vuestras manos...
¿Por qué dices así? – le interrumpió Arasy – Si no hacen nada, si no trabajan, si no distraen la felicidad de vivir que acabamos de darles con la pena de una labor, acaso lleguen a ser desdichados. Vida siempre grata y fácil no es vida, sino muerte lenta.
Bien – dijo Tupã, dirigiéndose de nuevo a los recién creados, sin prestar mayor atención a las palabras de su esposa – Para vuestro alimento no sólo os dejamos las frutas de las plantas y los árboles que componen los bosques, sino también la carne de los animales (11) que con vosotros habitarán esta tierra.
¿A mi, qué me dejáis? – preguntóles Sypavê.
Arasy le replicó:
Para ti, Sypavê, queda la fruta del guayabo (arasa) cuyo nombre tanto se asemeja al mío. Cuando la gustes, acuérdate de mí.
¿Y a mí, que me dais? – requirió a su vez Rupavê.
Tupã, generoso, con paternal ternura, le replicó al punto:
Para ti, hijo mío, queda el cocotero.
¡Yo quiero más! – gritó Rupavê, acercándose.
¡Hombre pedigüeño! – respondióle Tupã con fingida ira, señalándole el suelo. – Te dejo también este lecho (tupa) (12) cuyo nombre te recordará el mío.
Levantó luego su diestra Tupã, y bendijo a todos los animales que poblaban los bosques.
Y volvió a hablar:
Todo esto, que para vosotros queda, debéis respetar y conservar. Empleád a su modo todas las cosas sin desperdiciarlas; comed cuanto querráis hasta que arribe a las playas de estas tierras el verdadero señor, el karaiete (13), que vendrá un día para marcar el destino de este continente... Vosotros – entendédlo bien – sois parte de la arcilla que estáis pisando. La tierra es vuestra madre común y hermana suya es la Luna, que veis allá suspendida en el espacio: Ambas tienen vida y constantemente giran aunque vosotros no os deis cuenta de ello.
Todo lo que allá abajo se mueve (14), como una enorme cabellera agitada a impulso dei viento, son los árboles (15), y todo lo que veis animarse a ras del suelo, como gusanillos(16), son los seres vivientes... Cuando la vida se escape de vosotros y tornéis al seno de esta arcilla, mezcláos con ella, por entero y así, una vez que os hayáis confundido con ella, volveréis a gozar de nueva vida... (17). Vosotros estáis de paso en esta tierra; quedaréis un momento sobre ella y luego pasaréis. Seréis como los fuegos fatuos, que veréis surgir a flor del suelo, en noches tormentosas, que iluminan un momento y después se esfuman para siempre. ¡Cómo quisiera veros ya vivir esta existencia que acabamos de daros! Si la dignificáis, no os faltarán las recompensas...
Calló un momento Tupã, y luego con amplio ademán, como abarcándolo todo, continuó con pausada voz:
Aquello que veis parpadear en el cielo, como infinitas pupilas, son las estrellas (18), fragmentos de la Luna, tocados por mi mano... Habéis de saber que todo lo que se reproduce tiene vida. El agua es la sangre, el elemento fecundante de la tierra; el viento, (yvytu o yvypytu) que es el aliento de la tierra – es ésa cosa misteriosa, cargada de rumores, que a veces pasa suavemente, acariciándoos, y otras, como poseído por un espíritu maléfico, corre velozmente, terrible y brutal – contiene el aire que es la base de vuestra existencia...... Amáos mucho, vivid en el amor, pacíficamente, en tanto que yo vele por vosotros. Os dejo a Taû (19) y a Angatupyry (20) como compañeros: Ambos conocen desde ya los caminos que seguiréis y aunque no los veáis, el uno os sostendrá en el Bien y el otro os empujará hacia el Mal.
¿Para qué nos dais por compañero a Taû? – gimió medrosa, Sypavê.
¡Su presencia es necesaria entre vosotros! – replicóle Tupã,. Si el miedo no existiese, seríais muy desdichados: así también, si todo lo obtuvieseis sin esfuerzo alguno, no sabríais el valor de las cosas... No llegarían a conocerse las virtudes curativas de las hierbas si no existieran las enfermedades; tampoco experimentaríais placer si no conocierais el dolor... Vagaríais errantes, padeciendo, si no pudierais morir, y yo no quisiera que vivierais renegando de la vida, cargados de hastío y de blasfemias... En estos lugares nada habría, sería un desierto terrible si yo no os pusiera a vosotros sobre este globo para multiplicáros indefinidamente... Si os afecta algún mal es porque Taû os somete a prueba y comienza entonces el combate entre él y Angatupyry. Esta será la eterna lucha del bien con el mal. Si llegáis a recobrar la salud, es porque Taû abandona la lid, derrotado, y es Angatupyry, en cambio, el que queda triunfante. No os dejéis llevar jamás por la tentación de robar, es mi principal consejo, y no creáis que si alguna vez cometiereis un hurto de las cosas de vuestros semejantes, aún a cubierto de toda mirada, no dejaría de conocerse luego vuestra falta, pues habéis de saber que siempre, en cualquier lugar que os encontréis, por signos que escaparán a vuestra más escrupulosa previsión y prudencia, asomará la vergüenza de vuestros actos.
Quedó un momento Tupã ensimismado, como abstraído en algún pensamiento profundo, y luego prosiguió:
No arrebatéis jamás la vida a vuestros semejantes, porque, quien así llegare a hacer, no gozará tranquilidad en todos sus días. Hubiera, querido yo que supierais con alguna anticipación lo que os sucederá, pero ello no es bueno ni conveniente, porque en conocimiento de vuestro destino, acaso lleguéis a cometer muchos excesos.
Llenaré de pájaros estos bosques (21) para que con su canto alegren estos lugares y por consiguiente a vosotros también, pero si por ventura yo llegare a ver que por perversa sed de maldad, sacrificáis inútilmente a los animales, no llegaréis a merecer jamás ninguna recompensa. Así también le pasará a los que mutilasen sin necesidad los árboles y las plantas. Alimentáos con sus frutos, pero no los destruyáis.
En vuestra sangre hay savia de ka'a ruvicha y es por eso que los árboles os aman a su manera. Tened presente que todos los vegetales tienen vida como vosotros, pero no os será dado nunca comprender su lenguaje.
En esta tierra hallaréis unas hierbecillas que deben ser mezcladas con ka'a ruvicha. De esta mezcla, ¡cuántos remedios maravillosos obtendréis! Con el sumo de ambos se compone un remedio milagroso, pero vosotros lograréis conocerlo sólo después de muchísimos esfuerzos.
Enseñad a vuestros hijos el amor a los suyos y recomendad especialmente a los varones que reconozcan y respeten a sus descendientes.
Roturad la tierra y sembrad en ella las semientes.
Arrancad las primicias y gustadlas en paz y tranquilidad.
Aquellos que se hayan unido en matrimonio, deben ayudarse mutuamente, debiendo repartirse cordialmente los frutos. Tomad ejemplo de los pájaros que cuando hallan un gusano, llaman alegremente a su compañera para saborearlo juntos.
A los buenos los ayudaré siempre y cuando lleguen a mi morada, después de muertos, les rodearé de mimos y cuidados.
Los que abrigan pensamientos perversos y tienen el espíritu del mal en sus entrañas, los que sólo siguen las indicaciones de Taû, no se librarán jamás del fracaso (22). Les pesará el vivir; les atormentarán los genios malignos, y todo lo que hicieran, contrariamente a sus deseos será. Toda la vida de estos seres, será un constante sufrimiento tanto físico como moral, y así purgará las faltas y pecados que hubiesen cometido.
A los que arrebatasen la vida a sus semejantes y a los que robasen, el remordimiento de Angekovóra (23) no dejará un momento en paz, atormentándole con mil punzantes garfios invisibles.
Os tatuaré (24) el rostro para que al fijáros, os acordéis que también existimos nosotros. De este modo nunca olvidaréis nuestras palabras.

No bien había acabado de hablar, cuando Tupã y Arasy desaparecieron de la vista de Rupavê y Sypavê.

CAPÍTULO III.

Desde ese instante Rupavê y Sypavê, sobre la colina de Aregua, comenzaron a vivir en el mundo de la realidad. Semejantes a los pájaros, se amaron mucho, se arrullaron más y se multiplicaron prodigiosamente bajo la mirada protectora de Tupã, sin conocer jamás los dolores punzantes del hambre ni la angustia torturante del deseo insatisfecho.

CAPÍTULO IV.

Conozcamos ahora, quiénes fueron sus descendientes:
Tres fueron los varones y las mujeres muchas. Uno de los primeros, el mayor, llamábase Tumê Arandu (25); el segundo Marangatu (26) y el último, de quién decían que había nacido de pié, al revés de los demás, nombrábase Japeusa (27). Entre sus hermanas, solamente cuatro se hicieron prontamente notables en el lugar que moraban: Porãsy (28), considerada como madre de la hermosura por ser de singular belleza; Guarasyáva (29), porque no tenía rival como nadadora; Tupinamba (30), por su fuerza física incomparable; y, por último, Yrasêma (31) a quien la llamaban «murmullo de las aguas» porque tocaba a maravilla la guitarra y hechizaba a cuantos la oyeran, con su canto melodioso y sedante que semejaba al murmullo de los arroyuelos.

CAPÍTULO V.

Transcurrieron muchos años en que esta familia vivía satisfecha sobre la colina de Arigua. Allí procrearon a la sombra de la más completa armonía y felicidad, hasta que una noche en que Yrasêma había cantado con exceso, amaneció enferma, afónica. En tal circunstancia la madre Sypãve llamó a su hijo Japeusa para que fuese con urgencia en busca de las yerbas que le servirían de medicamento. Encargóle especialmente trajese hojas de agrial y cáscaras de inga para un cocimiento, con sal extraída de uno de los barreros cercanos. Era el objeto suministrar en ayunas a la enferma al día siguiente en forma de gárgaras; pero Japeusa, que había nacido al revés para hacerlo todo en sentido contrario, fue y recogió ajíes picantes, hojas de ka'atai, tres hojas de ortigas, y dos frutas de naranja agria, con los cuales preparó un menjunje e impuso a su hermana para que lo bebiese.
No había transcurrido media hora cuando la garganta de Yrasêma se hinchó y se irritó de tal manera que se le cerró por completo la respiración.
Era medio día cuando Yrasêma dobló la cerviz, cual una flor marchita que dobla su corola, y entregó su espíritu a Tupã en medio de general consternación.
Aquella virgen, dechado de la gracia guaraní, flor predilecta de la tribu, ha cerrado sus ojos de pasionaria (32) para siempre, dejando solo su perfume que flotaba en aquel ambiente de tristeza hasta entonces ignorado.
Toda la tribu se agolpó en su alrededor rompiendo en inconsolable llanto ante aquel insólito cuadro. Yrasêma murió sin mancha como había vivido; porque siempre había rechazado los vínculos carnales de sus parientes cercanos (33) y era tan solo su afición la música y el canto.
La noticia de su muerte atrajo a las gentes (34) de las más lejanas comarcas, quienes le presentaron numerosas ofrendas, en su mayoría comestibles, que iban depositando en una gran urna de barro, en la creencia, sin duda, de que con tales vituallas podrían hacer revivir a la muerta. También acumularon sobre su cuerpo muchas yerbas medicinales y así esperaron por varios días confiados en que tornaría a la vida. Era el primer caso de muerte que presenciara la tribu, por ello se encontraba perpleja, no atinando qué partido tomar.
Uno de los circunstantes levantó la voz para expresarse en estos términos: Aunque somos testigos de la amarga realidad de su muerte, nos resistimos a creerlo; porque Yrasêma parece convivir con nosotros.
Al escuchar éstas breves palabras el hermano mayor de la extinta, apodado Arandu y que no era otro que el profeta, Tumê, le replicó del siguiente modo: Este cuerpo inanimado de mi hermana, debemos depositarlo en algún sitio; pues, ya lo ven ustedes que Arasy le ha sustraído el aliento para siempre; y como tú lo acabas de decir, aunque somos testigos de su muerte, nos resistimos a creer la amarga realidad, Y esa incredulidad subsistirá mientras su cuerpo se halle presente a nuestros ojos y mientras su espíritu invisible flote en nuestro rededor. Llevémosla, pues, a darle sepultura en el seno de la tierra: Así lo ordena Tupã porque ese es el sitio a donde iremos a parar todos en la hora de la muerte.
Así es que, ya veis, hermanos míos, el porvenir que nos está reservado. A los mortales nos aguarda un tyvy (35) o sea, una triste fosa; y agrego: ¡Cuan grande es la sabiduría de Tupã al construir nuestro cuerpo lleno de orificios, que requiere cada uno de ellos una necesidad imprescindible! La boca pide de comer y beber desde que nace el día hasta la noche; los ojos piden la contemplación de bellos paisajes y cuanto de hermoso hay en el mundo. La nariz, pide recibir los más delicados olores, las esencias más gratas al olfato. Los oídos reclaman la percepción de las más dulces armonías, los cantares y los tiernos acordes de la guitarra. También estaréis de acuerdo conmigo en que experimentamos la necesidad de los goces sexuales; sería muy triste la vida sin una compañera que nos haga feliz la existencia. Tupã hizo nuestro cuerpo llenándolo de ansiedades que deben ser satisfechas y para calmarlas, fuerza es trabajar. Y prosiguió: Esta misma tierra que pisamos, tiene existencia propia. Es un ser que vive, se alimenta de las plantas y de nuestro cuerpo. Nada perdura sobre ella. Todo lo que sobre su superficie existe irá a parar, tarde o temprano, en sus entrañas inexorables. Tan solo las piedras y el carbón no puede digerirlos fácilmente. Y prosiguiendo su plática expresó: Ya veréis vosotros cuando hayan pasado algunos plenilunios, nadie ya recordará de esos muertos; más todavía, cuando la tierra se haya nutrido de aquellos despojos o sea cuando se hayan mezclado con ella hasta las últimas partículas, el individuo muerto habrá pasado a otro estado. Comenzará a vivir la vida elemental (17.). Allí sentirá las emociones que experimenta la madre tierra, que no es sino un ser con vida y movimiento.
– El agua es su sangre y el aire su aliento. La vegetación es como el vello que le circunda y los bejucos son a modo de intestinos del boscaje (15.).
Y mi hermano Japeusa ha cometido ese error por una supina ignorancia.
– Obedecía a su modo de ser, a su propio temperamento. Hay un destino trazado por Tupã y sus designios deben cumplirse infaliblemente, pese a los sabios o ignorantes que quisieran oponerse a esa ley.
Por eso pido clemencia para los extraviados como mi hermano Japeusa.

NOTAS EXPLICATIVAS

i– El autor escribe «Ñande Ǐpǐ Cuéra» en su grafía particular. Posteriormente se estableció el uso de la " y " como " i " gutural en lugar de la " ǐ " que utiliza. Las demás vocales nasales llevan el tilde ~. Además, actualmente la" K " substituye a la C y la Q. Ver anexo: Explicación sobre la grafía guaraní. (Nota de la Ed. Digital)
ii–Hoy se escriben "Okara Poty" y "Ñande ypy kuéra"
iii–Hoy "Ñande ypy kuéra"
iv– hesa'yiva: niña de los ojos. La " y " gutural debe llevar, en este caso, tilde nasal ( ~ ), fuente, en general, no disponible en Internet. Ver explicación sobre la grafía guaraní. (Nota E. D.)

0- " 0 " Símbolo de la divinidad guaraní. El Dr. Gancedo, en su «Hallazgo Arqueológico» confirma ese símbolo, es decir, la existencia de esa figura simbólica en el Río de la Plata, donde se encontró un triángulo grabado en el costado izquierdo de una llama macho de piedra, que él interpreta como «Símbolo de la cópula.»
1- Tupãv (hoy Tupã) Dios supremo de los guaraníes. Ñemoñangára Creador. Poromoñangára en el Brasil. Tupãv quiere decir PADRE DE TODOS, según pasamos a analizar:
En guaraní, según una ley filológica, se puede utilizar la T en vez de la R y viceversa. Ej.: Túv, Rúv, Túva o Rúva se dice al padre indistintamente.
Y con respecto a la partícula pãv, que no es sino una abreviación del vocablo Pavê, que quiere decir «común» o sea, de todos.
De modo que, con solo agregar una e a la palabra Tupãv ya tenemos formado Tupãve que no dice otra cosa sino «Padre común», padre de todos los seres.
Tenondete: principio de todas las cosas. Este es otro término con que se denomina a Tupã, cuya morada es el sol o sea kuarasy (hoy kuarahy) foco de luz, origen del mundo. «Se conviene generalmente en que Kuarahy = kuarasy.
Veamos lo que vale cada vocablo: Sy = madre, origen, fuente de donde emana algo.
Ára = día, luz, mundo.
Ku = es, vocablo demostrativo, en esencia juega el papel del artículo definido "el" ¿Ou pa ne ra'e ku kuimba'e? ¿Ha venido el hombre?
Entones Kuarasy = el origen o la fuente del día, de la luz o del mundo. Donde vemos que la radical ára, como la védica "svar" expresan la idea de lumbre, luz. ("Raíces guaraníes" del Dr. Domínguez, pág. 14).
Hasta hoy se conservan todavía personas con apellido "Kuaraci".

2- Arasy = Madre del cielo cuya morada es la luna. «Jasy = Luna. Origen de la raza. Jasyñande, sy (madre), ñande (nuestra) – nuestra madre o sea el origen de la raza guaraní, concorde con cierta leyenda caribe. Así la luna sería la deidad que creó la raza, como el sol la deidad que creó la luz, el mundo, el universo. La filología comprueba que la divinidad bienhechora era la una: cuanto luce y brilla en los cielos, era para su gloria, estrellas, constelaciones, exhalaciones errantes». (Raíces guaraníes del Dr. Domínguez, pág. 14).
3- Yvyty o Yviaty = Montón de tierra, cerro, montaña o colina. Yvytyrembo = cordillera. Yvytyrusu = Cerro grande. Yvytymi = cerro pequeño.
4- Arigua o Yvyty ári gua = Sobre la colina (Etimología de Aregua). Algunos etimologistas afirman que Aregua proviene de Are guare, ymã guare que significa o sugiere algo que allí haya ocurrido en épocas antiguas.
5- Ka'a ruvicha = La yerba soberana. Este nombre se da a una planta fabulosa que existe entre los vegetales del Paraguay y cuyo zumo mezclado a la sangre de un ave llamada yvyja'u, se convierte en paye. Combinado con la savia de otros arbustos da el «elixir de vida» el remedio de la inmortalidad. Es la piedra filosofal de los guaraníes (V. 87)
6- Yvyja'u = Ave nocturna del Paraguay, de la familia de los caprimulgidos (Lurocatis Semitorcuatus), célebre por su indolencia. No construye nido. Pone sus huevos en el suelo. Es como el indio, por su pereza o dejadez. El urutau constituye una de las especies.
7- Jukeri = Planta mimosa o sensitiva (susceptible como el indio).
Jukeri (Jukerei), Ñuatî ñemyronde. Esta palabra Ñemyronde es un de los innumerables términos guaraníes que no tiene traducción adecuada en español. Se aplica a las personas que por la más mínima cosa se ofenden y guardan resentimiento. El jukeri noe s sino una derivación de jukerei, cuya etimología nos dice claramente la cualidad de esa planta: Ju (aguja o espina) ke (dormir) rei (facilidad) "Planta espinosa que duerme fácilmente" y esto se refiere a las hojas, que al menor contacto se cierran siendo así una planta ñemyronde. El ambu'a (miriápodo) especie de cien pies, también es un insecto ñemyronde porque al sentir el menor contacto, se arrolla y se hace el muerto.
8- Tupãykua = Fuente divina. Nombre primitivo del lago "Ypakarai". Luego Ykuá karai (Fuente bautizada), esto es según etimología aceptada por la tradición, pero propiamente dicho debe ser tal como suena Ypakarai = Lago consagrado. Ypa o Yupa es lago. Ypague, se dice hasta hoy de los charcos o aguas estancadas (Ver 134).
La palabra "Tapaikua" es una corrupción de Tupã ykua, debido a que los extranjeros no pueden pronunciar la sexta vocal "Y". Lo mismo que "Akáhay" por Akã ai y "Paraguai" en vez de Paragua-y
9- Sypãve = Madre común de la raza americana.
10- Rupavê = padre común de la raza americana.
11- So'o ka'apeguãra o ka'apeguára = Animales silvestres.
12- Tupa = cama o lecho. Tupã apuntado el suelo con el dedo dijo a Rupavê: "por pedigüeño, os dejo este lecho".
13- 13. 13.. V.13 Karai – (i Karai vaekue) = El que ha recibido el bautismo. Karaive = hombre civilizado, que lo fueron los atlántes; y Karai ete más civilizado, los europeos representados por Colón.
«Los Caribes se tenían por hijos de la luna» (Enciclopedia hispano americana, artículo Caribe)
14- Se mueve.
15- 15. Hague = Vello. En sentido figurado, la vegetación se considera como vello de la tierra, y los bejucos como tripas de los montes.
16- Yvyraso = Gusano de la tierra. (Refiérese a todo ser viviente, en sentido figurado).
17- 17. Pe vy'ãro hendive (Gozar de nueva vida). Según la creencia indígena, el cuerpo humano, desde el momento en que vuelve a convertirse en polvo, y una vez asimilado por la tierra torna a existir en la vida "elemental" y siente todas las emociones que experimenta la madre naturaleza, que no es sino un ser que tiene vida y movimiento. El agua es su sangre, y el aire es su aliento.
18- 18. Jasyrata = Estrella, constelaciones.
19- Taû =Espíritu del mal. Los araucanos llamaron a este espíritu Huekuvu en contraposición a "Gueneche" que era el Dios bueno. El vocablo Huekuvu, Hakuvú o takuvo sería guaraní puro y quiere decir algo muy caliente muy sofocante, bochornoso.
20- Angatupyry =Espíritu del bien.
21- Ka'a = Bosque, monte, frondas. (Ka'a guy = bajo las frondas). Hoy se aplica especialmente a la yerba mate.
22- Pane = Fatalidad, fracaso, jetta.
23- Angekovóra = Supremo Juez de la conciencia. Toda injusticia castiga con el remordimiento, la opresión y el pesar.
24- Hova pini = Cara pintada. (El tatuaje).
25- 25. Tumê arandu – (Aramomarandu). Primer hijo de Rupavê, gran profeta guaraní. Padre de la sabiduría e inspirado del cielo. Se salvó del diluvio con sus hermanas Guarasyáva y Tupinamba. Pa'i arandu o Pa'i Sandú (Chumé o Sumê) (Ver 93). Según otra leyenda el personaje sobreviviente del diluvio llamábase Tamanduare. (Ver pag. 12 de la obra del jesuita José Guevara).
26- Marangatu = Virtuoso, bondadoso. Nombre del segundo hijo de Rupavê, padre de Kerana.
27- Japeusa = Cangrejo. El hijo desobediente que hacía las cosas al revés. Despreciado por los parientes por haber envenenado imprudentemente a su hermana Yrasêma, se suicidó ahogándose y su cuerpo se transformó en cangrejo, para marchar hacia atrás.
28- Porãsy =Diosa de la hermosura de fuerza hercúlea. Se sacrificó por redimir a su pueblo de la dominación de los siete fenómenos maléficos. (Ver 45)
29- Guarasiáva o Guarasy'ava – Guara = raíz de la voz guaraní; sy = madre y ava = hombre. Quiere decir: «Madre del hombre guaraní». Fue la segunda hija de Rupavê casada con el atlánte karive (apodado Paraguá) y madre de la raza guaraní.
30- 30. Tupina o Tupinamba'e = Lo perteneciente a Tupí. Fue la tercera hija de Rupavê, casada con el hermano de Paraguá: Ma'e hory, apodado Amaraso, y madre de la raza Tupí.
31- Yrasêma = Murmullo de las aguas. Diosa de los cantares. La última hija de Rupavê, la doncella romántica cuyo canto era como el murmullo de los arroyuelos. Fue la maga de la guitarra de porongo o calabaza y murió prematuramente, envenenada por imprudencia de su hermano Japeusa.
32- Mburukuja = Pasionaria. Es una planta trepadora cuya flor, como es sabido, representa los símbolos de la pasión y muerte de Jesús Cristo. En cuanto a su sentido etimológico guaraní, diremos:
Que es de notar que muchas denominaciones carecen, al parecer, de etimología o ésta no se puede encontrar a primera vista, debido a la corrupción que han sufrido los vocablos a través de los tiempos.
La etimología de mburukuja es de difícil solución. Sin embargo analizando bien nos encontramos con varios significados coincidentes, que por mera curiosidad citaremos aquí:
Mberu kuja, o sea, mberu ku ojaha «Criadero de moscas». La flor de esta planta atrae las moscas, las que depositan en ella sus huevos que después de fecundados, oya i pypé, es decir nacen los gusanos dentro de la fruta.
En realidad que esa fruta suele agusanarse muy pronto.
33- Ana tee = Parientes cercanos. Hoy dicese anama tee, o aigui (Ver 39).
34- Mbya = Gentes.
35- Tyvy = Tumba, sepulcro, mausoleo.
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