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jueves, 15 de octubre de 2009

EDDA DE LOS RÍOS - EXPRESIONES TEATRALES ABORÍGENES / BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES (LIBRO DIGITAL 100%)

Dos caras del teatro paraguayo
Autora:
Edda de los Ríos ;
prólogo de Ricard Salvat
Edición digital:
N. sobre edición original:
Edición digital basada en la edición de Asunción (Paraguay),
Agencia Española de Cooperación Internacional, 1994.

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Expresiones teatrales aborígenes
y españolas en el Paraguay

1) La fuerza de la lengua
** Al reflexionar sobre el «diálogo entre dos culturas», una de las denominaciones para el encuentro producido a fines del siglo XV entre seres humanos de diferentes características en nuestro continente, es inevitable el análisis del término con el que a través de casi cinco siglos se lo denominó: conquista.
** A pesar de la utilización de denominaciones alternativas con el afán de dar brillo a la celebración de los quinientos años de ese hecho, su significación antropológica emerge a través de cualquier vocablo o frase que traten de suavizarlo.
** En ese sentido, conquista no es solamente la ocupación de territorios por la fuerza de las armas o de la convicción. Esta sería la primera etapa. La segunda, la más fuerte, está dada con el enfrentamiento de dos culturas diametralmente opuestas, y la última con el triunfo y supremacía de la más fuerte. No obstante, en este resultado final las características del más débil no desaparecen totalmente: se mimetizan atenuando los fuertes colores del tinte dominante.
** En el proceso de amalgamiento entre los primitivos habitantes de nuestro suelo y el de los europeos, españoles en su mayoría, es el del Paraguay un caso especial de muy singulares aristas. Paraguay o Provincia Gigante de las Indias, como se lo conoció antes de que los acontecimentos históricos redujeran su territorio a las actuales dimensiones, estaba habitado por los guaraní y por otros pueblos que nunca se sometieron a éstos como los guaicurú, mbayá, payaguá, charrúa, etc.
** Los guaraní, emparentados con los tupí estaban compuestos por distintas parcialidades tales como los carios, itatines, chandules, chiriguanos, etc., todas de características similares y con una unidad lingüística, el guaraní.
** No se puede hablar de una cultura guaraní o tupiguaraní, ya que se trata de una agrupación de tribus cuyos antecedentes raciales podemos encontrarlos en la Amazonide, a la que también pertenecen otras tribus de cultura neolítica que no hablan el guaraní. Reciben el nombre de guaraní los aborígenes que hablan el guaraní.
** Este elemento se convierte en materia prima y herramienta del proceso que se inicia con el encuentro de los primeros aborígenes, diseminados en un territorio que se extendía desde el Amazonas al Río de la Plata y desde la costa atlántica hasta los Andes, con los primeros europeos.
** A partir de este momento el conquistador propone, impone, solicita, exige o intercambia pero en cualquiera de estas situaciones debe recurrir al medio de comunicación más efectivo: la lengua. Esta logrará que la conquista gire en torno a ella, convirtiéndola en protagonista que acaba conquistando al conquistador.
** El Paraguay ha sido desde entonces, sin paréntesis en la evolución del tiempo, hasta los días que corren, país bilingüe.
** En la actualidad el guaraní es hablado por la mayoría de la población.
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2) Los guaraní.
Algunas de sus características religiosas
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** Los guaraní, grandes guerreros, escondían sus emociones bajo rostro inmutable y parquedad de actitudes y ademanes. Estas características, que perduran a través del tiempo y del mestizaje, se deben a la concepción fatalista que proviene de su religión, en la que se patentiza la marcada ausencia de dualismo; pues tanto el bien como el mal no son producto de espíritus específicos sino que provienen de la sabiduría divina, por lo que deben ser aceptados sin queja ni desesperación.
** Al ser la voluntad divina suprema, inexorable y sin preferencia por pueblo o nación determinada, la oración en beneficio del triunfo en una guerra o del cambio de una situación determinada carece de sentido. Por esto no resulta extraño que tanto la oración como la maldición estuvieran ausentes de sus hábitos, por lo menos en el sentido que suele dárseles a ambas.
** Los guaraní practicaban la oración en forma reservada, en ocasiones específicas, a través de los Caciques, de los Pajés y de los Ancianos, y su culto estaba desprovisto de formas tradicionales tales como imágenes, templos, etc. Durante siglos guardaron celosamente el texto de sus rezos dirigidos al Sol y a otras divinidades superiores, así como también a los Genios Tutelares, considerados como agentes con poderes sobrenaturales, pero carentes de poder creador. Este solo es propio de los dioses, espíritus puros que no asumen formas, excepto las de fenómenos naturales como el trueno o el relámpago para manifestar sus designios que, buenos o malos, son esencialmente justos y sabios y, por tanto, inapelables.
** Esto origina el estoicismo que caracteriza al guaraní y explica la ausencia de expresiones en su lengua destinadas a la blasfemia o a la maldición, actitud que podría confundirse con la apatía, pero que revela un fatalismo más inteligente que resignado, el cual conduce al enfrentamiento con el peligro y con la muerte con óptica serena.
** Si bien es cierto que los términos para designar a Dios (Tupâ) y al Diablo (Añá) pueden contradecir lo expuesto, es necesario aclarar que los mismos son posteriores a la aparición de los misioneros en esta zona, quienes a través de la semejanza fundieron las divinidades superiores en un solo Ser Supremo, el mentado Tupâ, y a los Genios Tutelares en la maléfica figura de Añá.
** El relacionamiento entre guaraníes y españoles se desarrolla en forma natural, y esta relación está dada por dos factores: 1) El idioma, que primero aprenden los soldados y oficiales para conseguir ejércitos de indios que los acompañen en su aventura en pos de la tierra de los metales; y 2) De las mujeres indígenas.
** Salvo algunos sofocados intentos de sublevación, producidos a veces por el abuso del conquistador y ocasionales asesinatos por parte de los indígenas, los guaraní son amistosos y hospitalarios. No son precisamente los espejitos los que los atraen sino el metal que cubre el pecho de los conquistadores, el metal que facilita la tala de los árboles y la preparación de la tierra, ya que el hacha de piedra por ellos utilizada sólo astillaba la madera de los árboles y el rudimentario yvyra hakuá (madera aguzada o arado) horadaba la tierra con dificultad.
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3) Manifestaciones artísticas
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Por todo lo expuesto podemos deducir que:
1) Su patrimonio cultural más valioso estaba constituido por la lengua.
2) Su concepto de la religión, a la que más bien consideraban un «código de preceptos morales» bajo la sanción de una Voluntad Suprema, se traducía en un culto carente de formalismos, por lo que encontramos escasos antecedentes histriónicos en este tipo de ceremonias y rituales. Orgullosos de su lengua, atribuían gran importancia a la oratoria, que practicaban principalmente en las asambleas políticas, frente al peligro en vísperas de una batalla o como prisioneros condenados a muerte, caso en el que hacían gala de estas dotes, hasta el momento mismo del sacrificio. El Consejo de Ancianos para la elección de un Cacique tenía en cuenta el valor y el adiestramiento para la guerra y la capacidad oratoria. La disminución de cualquiera de estos atributos podía ser decisiva para su destitución.
** «La majestad y fuerza de la expresión de la lengua, sus elegancias de dicción sobre todo cuando expresaban vehementes afectos del alma, ya sea en sus momentos de gozo y alegría, ya en los de tristeza y dolor, como en la pública celebración de una historia o en las solemnes honras» (Padre Chomé, 1736) se tradujeron en dotes para la poesía, que cultivaron tanto varones como mujeres, legándonos poemas que van desde inocentes temas amorosos y canciones bélicas hasta la relación de los grandes mitos sobre la creación del universo, el diluvio y el juicio final.
** La música, la danza y el canto, unidas a estas aptitudes descriptas, amplían el panorama de su predisposición al arte en el que «el bien decir» resaltaba considerablemente.
** Cantaban y al mismo tiempo movían cadenciosamente el cuerpo, imprimiendo mayor o menor frenesí a la danza cuando el tema lo requería. Un solista decía los versos y los demás, distribuidos de acuerdo con las características de la voz, entonaban los estribillos, siempre atentos al director del coro que, con el bastón de ritmo, dirigía esa armonizada conjugación de palabras, voces, sonidos y euritmia.
** Su natural predisposición para la música asombró a los primeros conquistadores, a través de la orquestación de voces y de los instrumentos por ellos conocidos: cascabeles, tambores, atabales, flautas de madera, de cuerno o de hueso de los enemigos, empleados en ceremonias y rituales. (Se ha discutido sobre la antropofagia de los guaraní y, evidentemente, el material ilustrativo al respecto es abundante. Realmente lo eran, pero por razones puramente rituales, y sólo la practicaban con los enemigos sacrificados).
** Sus danzas (Jeroky) eran absolutamente armoniosas, y aunque los misioneros supieron explotar sus naturales condiciones para la música y la danza, nunca pudieron desviar el verdadero sentido que los aborígenes le atribuían: medio de comunicación con los seres sobrenaturales.
** Los guaraní no se tatuaban. Se pintaban la cara, principalmente, con vivos colores que lograban extrayendo los tintes de vegetales y semillas, evidenciándose sus condiciones plásticas no sólo en estos casos sino también en el teñido de plumas con las que adornaban su cuerpo, sus aros y sus flechas.
** Como atribuían al Jeroky o danza las características expuestas, necesitaban el estímulo obtenido con bebidas y narcóticos, extraídos también de plantas y semillas, para establecer contacto con las divinidades a través de la sobreexcitación que iba acelerando el ritmo y el movimiento hasta llegar a extremos de convulsión que concluían en absoluto estado de postración. El tabaco era usado para provocar visiones, aunque también recurrían a él como medio de amortiguar el dolor.
** De este y otros medios se valían los Pajés (hechiceros) cuando se aislaban en su choza por varios días para establecer comunicación, pues esa era su misión: el contacto con los espíritus. Pero no con ese espíritu creador y todopoderoso, a quien los misioneros bautizaron Tupâ cuando aprendieron el guaraní, sino con los espíritus de los muertos, divinidades medias que se les manifestaban entremezcladas con el humo y envueltas en ese halo de magia que tanto admiraban.
** El Pajé hacía sonar su maraca, hecha de calabaza pintada en vivos colores y adornada con plumas, y el sonido de las semillas de su interior «hablaba» en un lenguaje que solo el Pajé podía interpretar y transmitir.
** A veces curaban a los enfermos con el poder de la magia; otras, prevenían adversidades o bonanzas, y otras aconsejaban la marcha de toda población hacia la Meca Guaraní: la Tierra sin mal (Yvy marae'y) donde no existían calamidades, ni guerras, ni muerte, donde no se necesitaba trabajar la tierra porque los alimentos abundaban y donde existían la eterna juventud, el vigor, la fuerza y la sabiduría en forma permanente.
** A esto se deben las continuas migraciones guaraníticas, y posiblemente ésta sea otra de las razones por la que no construían templos, monumentos o tótems. Su paso por la tierra que trabajaban con el sistema de la roza era transitorio, y la verdadera meta era el mba'evera guasu, como también la llamaban, y que literalmente se traduce como «cosa que resplandece intensamente».
** Antes de iniciar su viaje, cuando el Pajé anunciaba que había llegado el momento, se preparaban danzando en agotadores rituales que se prolongaban varios meses, hasta que la maraca del hechicero indicaba el rumbo a seguir. Otro curioso ritual era el de la salutación lacrimosa. Acostumbraban recibir a los visitantes con llantos sonoros y derramando lágrimas de alegría, que podían ser de tristeza cuando recordaban a los muertos de quienes resaltaban sus virtudes y atributos, acompañando estas manifestaciones con expresivos gestos y ademanes. Sin ser precisamente un ritual, acostumbraban proferir alaridos y gritos en las batallas. Aseguran que la sorpresa de los conquistadores fue mayúscula cuando se produjeron los primeros enfrentamientos armados y que, a pesar de la inferioridad de material bélico (arcos, flechas con punta de hueso y macana) de los aborígenes, pudieron éstos, si no vencer, por lo menos atenuar los resultados a través del desconcierto de tropas con armamentos muy superiores.
** Al analizar este cúmulo de condiciones artísticas no puede menos que sorprendernos el saber que no existía un teatro guaraní a la llegada del conquistador. ¿Cómo, pues, llamaríamos a todo esto? Tenemos una lengua rica y expresiva, seres que la cultivaban cuidando rigurosamente su dicción, textos poéticos, canciones, música, danza, instrumentos, colorido, ambientación, llantos, algarabía y gritos incesantes. Todo esto sugiere los espectáculos integrales que, como gran novedad, surgen en las décadas del 60 y del 70 de este siglo en base a la expresión corporal, sonido, luces, textos fragmentados, o ni siquiera eso en algunos casos. La diferencia radica en que éstos espectáculos, que ponen en boga por décadas la creación colectiva, en su mayoría no se centran o basan en algo que para el aborigen de esta zona tiene una importancia vital: la palabra.
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4) El fenómeno teatral
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** Podríamos llamar entonces a estas formas para-teatrales y, según investigaciones, hay datos de expresiones espectaculares originales que aún persisten en ciertas tribus que permanecieron hasta no hace mucho alejadas de la civilización, y que son:
** i) Exclusivamente verbales, o verbales acompañadas de una gestualidad, y / o verbales con representación.
** ii) Mixtas: danza, percusión, expresiones vocales en improvisadas representaciones con máscaras tradicionales o improvisadas, reminiscencias o influencias de la época colonial.
** Es importante tener en cuenta lo dicho al principio: la población originaria del Paraguay se dividía en guaraní y no guaraní. Los primeros, habitantes de la Región Oriental, y la mayoría de los segundos de la zona Occidental o Chaco, con características muy diferentes.
** Por ejemplo, en el caso guaraní, con los Axé (guayaki), grupo cuyos primeros contactos con la civilización occidental sólo datan de hace poco más de cien años, no se ha estudiado lo suficiente la parte «teatral», debido a que el encuentro social y cultural directo, que hace accesible su estudio, continúa presentando dificultades.
** Los Axé tienen cantos, llantos, rescatados oralmente por los antropólogos León Cadogan, Bartolomeu Meliá, Mark Münsel y otros, y representaciones no documentadas hasta el momento, aunque transmitidas por personas que convivieron con ellos. En igual condición, fuera del área guaraní, están los Ayoreos (Moros), cuyo choque ha sido más reciente. Existen casos de otras comunidades que mantienen un mayor contacto con la sociedad «occidental», pero que han logrado conservar su identidad íntegra o casi íntegramente. Al respecto podemos citar el caso Chiripá (guaraní) cuya expresión se traduce en diálogos, representaciones lúdico didácticas y carnavales con máscaras, poco estudiados. En el área de las manifestaciones mixtas, existen representaciones con máscaras que se siguen manteniendo, mezcla de ambas culturas (europea / guaraní), tales como máscaras de los Reyes Magos, Kamba Ra'angá y pesebres vivientes, de particulares características. Jeguakáva significa adornado en guaraní. Específicamente se refiere a los adornos plumarios; sin embargo, en un contexto más amplio, implica la preparación ritual o festiva para un acto de representación.
** El arte del adorno tiene una tradición de gran riqueza en cuanto a la creación de arreglos, con objetos que hasta el momento han sido estudiados tanto desde el punto de vista etnológico como desde el artístico o artesanal, pe ro no desde el teatral, como el proceso implicado en el jeguaká.
5) Las misiones jesuíticas. El teatro misionero
** La supremacía del conquistador durante el período colonial se dio en la mayor parte del territorio americano a través del exterminio o de la reducción de razas y culturas existentes. Ya hemos visto que éste no es el caso de Paraguay, donde se dio el mestizaje en forma tan natural que para mediados del Siglo XVI más de quinientos mozos que recibieron el nombre de «mancebos de la tierra» se integraron a la vida social y política, orgullosos tanto de sus antecedentes hispánicos por parte de padre, como de su sangre indígena por la vía materna.
** A finales del mismo siglo superaban en número los diez mil, y conjuntamente con los escasos trescientos españoles que quedaban, fundaron pueblos y ciudades, convirtiéndose en sólidos pilares de la cultura que ya podemos empezar a llamar paraguaya.
** Esto en lo que a ciudades como Asunción y otras similares respecta.
** Otra fue la situación de los indígenas que habitaban las reducciones jesuíticas. Aunque fueron varias las Órdenes que llegaron hasta estas tierras (Franciscana, Mercedaria, Dominica) fue la Jesuita la que extendió su misión más allá de la función evangelizadora.
** Llegaron a tener en sus dominios alrededor de ciento cincuenta mil aborígenes a quienes, sin apartarlos de la mayoría de sus costumbres, fueron adaptando a todo un sistema político, social, artístico y religioso.
** Empezar on por comprender que el camino más corto y rápido hacia la evangelización y las transformaciones pretendidas era el del aprendizaje de la lengua indígena, y cuando lo lograron, descubrieron una lengua rica y armoniosa que suscitó los más variados elogios por parte de intelectuales y especialistas.
** Los jesuitas decidieron dar a esta lengua, «de las más copiosas y elegantes que conoce el orbe», al decir de Lozano en 1754, una expresión escrita; ya que era tradicionalmente oral, y es así como nacen, bajo su influencia, gramáticas, diccionarios y literatura en guaraní.
** Los nativos de las misiones aprendían a leer y escribir en guaraní, español y latín. Con la expulsión de los jesuitas en el Siglo XVIII esa tradición se pierde, y aunque algo se recupera posteriormente no son sino fragmentos que deben más su conservación a la tradición oral que a la escrita.
** En cuanto a las artes, los jesuitas supieron potenciar las condiciones naturales de los indígenas para la música, fomentando el estudio musical con los instrumentos, al principio traídos de Europa y luego de fabricación local, pues también tenían aptitudes para todo tipo de tallado en madera. Particularmente se sentían muy atraídos por el Canto, y la máxima aspiración del indígena era llegar a ser cantor. Cada pueblo de los más de treinta que fundaron los jesuitas tenía su coro con alrededor de cuarenta voces. Los niños más pequeños hacían la voz de soprano, los medianos de contralto, y los mayores barítonos o tenores.
** Si bien es cierto que danzaban con singular gracia, este acto ya nada tenía que ver con aquellas que describiéramos al principio, por ser consideradas lascivas por los misioneros que a cambio de ellas, les enseñaron las suyas. El teatro misionero es de carácter religioso esencialmente, aunque también llegó al campo de la farsa.
** Las primeras obras de las reducciones son piezas de carácter religioso, escritas por los jesuitas en idioma guaraní, pero actuadas por los indios. Aunque se tiene constancia de su existencia, no han llegado hasta nosotros, salvo excepciones que tampoco consisten en versiones originales, sino más bien relatos salvados por la tradición oral.
** Estas obras eran generalmente de corta extensión (un acto), y los temas giraban en torno a pasajes del evangelio o de la vida de los santos.
** Sin embargo, la natural inclinación del indígena hacia la danza, el canto, la pantomima, la oratoria y la improvisación los hace recibir con verdadero entusiasmo juegos inspirados en los de moros y cristianos, en los cuales los «moros» eran sustituidos por «infieles locales».
** Nicolás del Techo, padre comentarista de las Misiones, nos describe una representación de estas características, celebrada en el año 1622 con motivo de la canonización del fundador de la Orden, San Ignacio de Loyola, y en la que destaca la brillante dirección del que también habría de alcanzar la canonización, Roque González de Santa Cruz, aunque para ello tuvo que esperar cuatro siglos.
** San Roque González, primer santo paraguayo, incursiona en esta ocasión en el campo de las artes escénicas, dirigiendo a más de un centenar de niños divididos en dos bandos, enfrentados en simulada batalla. Según relata e l cronista, «los idólatras iban adornados con ricos plumajes y armados con arco y macana; los cristianos peleaban con una cruz». La música regulaba los movimientos de los infantiles ejercicios. «Era de ver como éstos se juntaban o separaban, dividían el campo en dos partes iguales o simulaban acometidas». «Pasado algún tiempo, la batalla se declaró en favor de los cristianos, quienes llevaron a los vencidos hechos prisioneros, delante del Gobernador eclesiástico primero, y luego del civil. Los niños se echaron al suelo, pero alegremente, cual convenía a cautivos voluntarios, saltando de cuando en cuando».
La historia registra la satisfacción y beneplácito con que el espectáculo fuera recibido y también nos obliga, a través de su difusión, a proponer a nuestro santo compatriota como patrono del teatro paraguayo.
** Es digna de destacar la importancia de los escenarios, del vestuario y de la iluminación en representaciones de éste y otros tipos. Los primeros se instalaban en las plazas de las reducciones y, a veces, en los portales y aun en el interior de las iglesias.
El vestuario, de vivos colores, iba aumentando en proporción a las representaciones, y era bien variado e imaginativo, a los efectos de diferenciar perfectamente las características de los diversos personajes: fieles, infieles, nativos, españoles, santos y animales.
** Párrafo aparte para el sistema de iluminación, realizado en base a cientos de antorchas para el caso de las representaciones realizadas al anochecer: algunas colocadas en forma permanente y otras movidas por los propios actores, proporcionaban no solamente la claridad necesaria para la visualización del espectáculo, sino también ese toque mágico y esplendoroso al que se llega en el presente siglo con el gas y la electricidad.
** Recordemos que cuando hablábamos de su religión original, rescatábamos su concepción fatal de los designios divinos. Esto los alejaba permanentemente de la comprensión y aceptación del pecado, así como tampoco podían concebir Dioses que premiaran lo bueno y castigaran lo malo, por provenir ambos de su voluntad. Posiblemente por esta aceptación pacífica y serena del dolor y de la desgracia, no se dio la representación teatral en las reducciones bajo las formas de la Tragedia, como ocurrió en el Brasil.
** Las piezas de fondo religioso se representaban en el atrio de la Iglesia, nunca adentro, y poco a poco los mismos indígenas empezaron a escribir sus propios libretos, con la orientación, seguramente, de los sacerdotes, pero el hecho es que lo hicieron dando muestras de condiciones para la dramaturgia que tal vez hubiera podido convertirse en tradición, de no cortarse abruptamente la labor misionera con la expulsión de la Orden.
** El entusiasmo del indígena por el juego dramático, y su rápido interés y aprendizaje hasta convertirlo en importante vehículo de comunicación y preferentemente bajo las formas de la farsa, se prolonga hasta los tiempos actuales. Por tanto hay que buscar el verdadero origen del teatro nacional popular en el Teatro misionero y no en el Colonial. La transmisión del mismo en forma fragmentada, recogido por investigadores y estudiosos que establecieron contacto a través del tiempo con campesinos que habían oído el relato de sus ascendientes, es el testimonio que se conserva, pues los textos escritos desaparecieron.
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Enlace al ÍNDICE de la versión digital de Dos caras del teatro paraguayo en la BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES

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